14 de octubre de 2008

1983. Por Raul Alfonsín.

Salió a la venta el libro "1983. Imágenes del regreso" de Dani Yaco. Junto a los comentarios de Alfonsín, Caparros, Carlotto, Lanata y Sarlo, se ven fotos de ese maravilloso año; como afirma el bigotudo autor de La voluntad "Un año en que los dias estaban hechos de lo que iban a ser, contra lo que habían sido".
Pero nada como las palabras de Raúl Alfonsín entre lo emocionante y combativo para describir ese año.

La historia en imágenes.
La fotografía siempre me ha intrigado. Particularmente la fotografía en la que aparecen hombres y mujeres. Porque salvo por catástrofes naturales las imágenes de paisajes no se modifican sustancialmente: los mares siguen allí y las montañas también. Pero en el caso de los seres humanos, al quedar congelados en el papel, permanecen atrapados para siempre, mucho mas allá de los cambios biológicos que impone el paso del tiempo.
Transcurriran cientos de años y esos hombres y mujeres conservaran sus rostros, sus expresiones, los gestos que estan realizando en el momento en que el profesional disparó su cámara.
Eso es lo formidable de la fotografía. Capturar a las personas y guardarlas para siempre, que no es poca cosa. Cuando alguien observa fotos viejas de bisabuelos o bisabuelas, algunas tomadas hace mas de cien años, esta volviendo al pasado y recreando sus vidas, recuperando sus rostros, sus costumbres, sus vestimentas. Es como una clase de historia sin que ello signifique mas o menos imparcialidad que la que pueda tener un profesor frente a sus alumnos. El pasado siempre se presta a diversas interpretaciones, tanto en los libros como en las imágenes.
Trato de recordar que estaba pensando en el avión mientras miraba el paisaje que ofrece el rio, allí abajo, y una voz me recuerda que ese día la Junta Militar que todavía permaniecía en el poder había decretado una autoanmistía con la que pretendía borrar de un plumazo los crímenes cometidos durante la dictadura. Yo me dirigía a un acto de campaña porque faltaba poco para las elecciones con las que recuperaríamos definitivamente la democracia en la Argentina. Y es precisamente el autor de la fotografía quien me cuenta que dije en voz alta: "Si llego a ser presidente anulare esa ley". Y ahora, tantos años mas tarde, ese día, esa afirmación, esa imagen, queda instalada, y ahora se que perdurara para siempre.
Veo a los jóvenes dibujando las siluetas de los desaparecidos durante la atroz dictadura militar y entonces mi meroria se activa. Los militares todavia no se habían ido y esos muchachos reclamaban el castigo a los culpables. Poco después llegaría la creación de la CONADEP, las investigaciones sobre las violaciones de los derechos humanos, la entrega del Informe Final que recibí de las manos del escritor y amigo Ernesto Sabato.
Faltaba todavía para el Jucio a las Juntas, para ver a los principales responsables de los crímenes de lesa humanidad sentados en el banquillo de los acusados. Por primera vez en la historia Argentina, por primera vez en la historia de los países del mundo. Es curioso que esos chicos dibujando las siluetas puedan desatar tantos recuerdos.
Pero no todos son gratos. La imagen de esos muchachos exigiendo la verdad sobre los desaparecidos también despierta en mi cabeza las reacciones de quienes se sientieron perjudicados por una justicia que por primera vez los señalaba; amenazas de bombas en las escuelas, intentos de desestabilizar a la naciente democracia, panfletos incendiarios y declaraciones provocadoras.

No fue facil romper el cerco tendido a lo largo de décadas de golpes de Estado, democracias tambaleantes y nuevos golpes de Estado. Desde 1930 hasta el 10 de diciembre de 1983 la sociedad argentina había vivido bajo la tutela de sectores intolerantes que no aceptaban el veredicto de las urnas y utilizaban las armas para acosar a la Libertad.
También incentiban mi memoria las fotografías de jóvenes enamorados en las plazas; comenzaban a disfrutar de la libertad que hasta ese momento no habian conocido. Hasta muy poco antes había estado prohibido hacer demostraciones de amor en las calles porque el amor no formaba parte del equipaje de los personeros del odio. Festivales de música en las plazas, chicos cantando junto a sus ídolos favoritos, todos esos recuerdos reaparecen viendo las magnificas fotografías de un hombre que sabe atrapar momentos de la vida que no deben ser olvidados jamás. Por que son patrimonio de la democracia.
Democracia que, por otra parte, todavia sigue en deuda con una buena porción de los argentinos. La imagen de desalojos de familias humildes ordenados por la Justicia, la de hombres y mujeres sin trabajo, muestran nítidamente que estos 25 años de democracia todavía son insuficientes para resolver temas que agobian a miles de compatriotas.
Alegrias y dolores son los sentimientos que despiertan este arte de la camara; caminar con mi hija Marcela el 30 de diciembre de 1983, cuando me acababan de comunicar que habia sido electo Presidente de la Nacion, es sin duda un momento de íntima satisfacción. La de un hombre que mas haya de investiduras y responzabilidades presidenciales tiene unos minutos de paz de regocijo. Es un momento de alegria que me brinda placer recordar.
Dolor, en cambio, me provoca la fotografia que recuerda el velatorio de Don Arturo Illia, uno de los mas grandes Presidentes de la Nación Argentina. Su muerte me conmovio profundamente porque con el se iba un politico de gran talla, economicamente humilde pero rico -millonariamente rico- en sabiduria, manejos de cuestiones de estado y solidaridad infinita con sus semejantes.
La fotografía de las Madres de Plaza de Mayo, demuestra el inclaudicable valor y la firmeza de mujeres que supieron resistir los embates de la dictadura para reclamar por lo ocurrido por sus hijos.
Me han impresionado, tambien, las imágenes de las inundaciones. Como siempre, los principales damnificados fueron los pobres. Tiempo después, ya en esos primeros años de democracia, la Argentina fue castigada nuevamente por la naturaleza. Lluvias, desborde de rios, miles de kilometros de tierras bajo las aguas y familias evacuadas fueron catastrofes que nos hicieron sufrir a todos los argentinos. Ese es un recuerdo doloroso pero tambien valioso, que esta fotografias traen a mi memora. Porque la inpotencia frente a la naturaleza desatada no es facil de olvidar.
Y finalmente, la cultura argentina. Dos de sus representantes, Julio Cortazar y Adolfo Bioy Casares, son el testimonio de la verdadera resurrección de las manifestaciones culturales, totalmente suprimidas bajo los años de oscurantismo. Con la recuperación de la democracia la cultura se desarrollo con un impetu que no solo conserva, sino que se acelera con el paso de los años. En todas sus manifestaciones, en cada una de las disciplinas, las artes se multiplicaron para satisfacción de todos los argentinos.
Han transcurrido 25 años de una democracia que llegó para quedarse, una democracia que- ahora si podemos afirmar- no volverá a quebrarse nunca mas. Por que la fortalecieron lo ciudadanos, el pueblo, en la diversidad de pensamientos e ideologias, luchas y debates, que finalmente forma parte de la esencia del Estado de Derecho.
En este libro, Dani Yaco muestra la bueno y lo malo, los grises y las sombras, el dolor y la alegria. Testimonios silenciosos y a la vez elocuentes de un cuarto de siglo que sin duda fue agitado, pero firme en sus convicciones de libertad.
Ojala que las proximas fotografias que obtenga vayan demostrando el progreso, la mejor calidad de vida para aquellos que todavia siguen postergados, el desarrollo cultural, en fin, una Argentina verdaderamente equitativa y justa.